Desde temprana edad el Padre Juan Solana, L.C. se sintió atraído por el testimonio cristiano de María Magdalena, ya que su madre vivió un acontecimiento significativo que la llevó a tener un especial afecto por esta santa. Por este motivo, María Magdalena tuvo un lugar especial en el corazón del Padre Juan cuando recibió la ordenación sacerdotal y años más tarde fue destinado por sus superiores a servir en la Tierra Santa.
Al llegar a Galilea (2004), el Padre Juan se sorprendió de no encontrar nada en Magdala que honrara a esta mujer de Dios, y fue entonces cuando sintió la inspiración de adquirir un terreno en el área de la antigua ciudad de Magdala y construir ahí un lugar de oración y retiro para que los peregrinos de Tierra Santa pudieran honrar la memoria de María Magdalena y experimentar el ministerio público de Jesús.
En 2009, durante las excavaciones arqueológicas declaradas obligatorias por la ley de Israel antes de iniciar cualquier construcción se hizo un descubrimiento sorprendente que cambió todo. Las ruinas arqueológicas de Magdala que durante 2000 años habían permanecido sepultadas salieron a la luz. El descubrimiento más importante y trascendente fue el de una sinagoga del siglo primero única en la región de Galilea y una de las siete encontradas en el mundo de ese periodo. Los planes originales de tener un hermoso centro de espiritualidad cambiaron inmediatamente y el sitio se transformo en un lugar santo del evangelio.
La Divina Providencia reservó semejante descubrimiento en Magdala para este momento histórico. Tal vez Dios estaba esperando el momento de hablar a la gente de nuestro tiempo mediante este hallazgo. En pocos años, con sólo una parte del sitio excavado, Magdala se ha convertido en un lugar especial de historia y cultura para la comunidad Judía, y en un lugar sagrado de oración, reflexión, y alabanza para todos los cristianos del mundo.
Con su ubicación geográfica y significado histórico, Magdala es un lugar de encuentro entre la historia judía y cristiana, y está destinada a convertirse en un importante catalizador para la renovación y reconciliación espiritual en el mundo.