Nuestro planeta es un ser vivo en el núcleo del cual, se encuentra lo que llamamos el Espíritu encarnado. Es la parte del Espíritu que se inserta en el centro de nuestro planeta para irradiar en todas direcciones y animar a todo lo que existe. De este núcleo, se irradian lo que llamamos las energías telúricas, energías que están en correspondencia con nuestro planeta y que le dan su identidad. A la vez se irradian las Fuerzas, manifestaciones que todos podemos captar y percibir, sobre todo cuando se desbocan (fuerza de un huracán, terremoto, volcán…). Estas Fuerzas conjugan un papel muy importante junto con los 5 elementos, pues vendrían a ser la base de todo lo que existe y su interacción.
Hay ciertos puntos del planeta en donde estas expresiones, tanto de las Fuerzas como de los elementos, son especialmente evidentes, y a lo largo de la historia de la humanidad se han intentado canalizar para obtener un beneficio, o para que simplemente no se desbocaran.
En ciertos momentos de nuestra historia, ese intento de apaciguar a las Fuerzas se realizaba con ofrendas, con sacrificios a los dioses para no despertar su ira. En realidad, y desde una posición de respeto a estas creencias y otras que continúan existiendo, lo que se pretendía desde el punto de vista vibratorio y energético, era controlar el impacto devastador de estas Fuerzas sobre el ser humano y su entorno.
Para ello a estas Fuerzas se les asignó nombres y se asoció a entidades o dioses. Entonces se rezaba, se realizaban rituales a estos espíritus con la intención de que no desataran esas Fuerzas sobre su pueblo y sí sobre el pueblo enemigo. De aquí surgen deidades múltiples, a las que se les atribuye ciertas características y a las que hay que tener contentas para que no se enfaden.
Sí es cierto que existen Espíritus Guardianes de los Elementos y las Fuerzas, pero también es cierto que podemos acceder directamente a esta sabiduría y conocimiento, dejando atrás la superstición y empezando a comprender la dinámica energética y vibratoria de nuestro planeta, para cada vez, vivir menos en el miedo y más en la Consciencia.
Entrar en el reconocimiento del funcionamiento del planeta en el que vivimos, va a ayudarlo a vibrar más alto y a que los reinos que habitamos en él, podamos acceder a niveles de conciencia más altos.
Este es uno de los objetivos de los viajes iniciáticos, abrirnos a esta realidad vibratoria y energética para sumar en conciencia al colectivo de la humanidad.
Rubén Escartín
Experto en viajes iniciáticos.